La década de los ochenta representó el auge de expresiones culturales como el manga, ya que durante es- tos años y los primeros de la década de los noventa fue cuando este tipo de publicaciones vio obras tan emblemáticas como la conocida Dragon Ball. Este auge y crecimiento se extendieron, y en 1990 apareció la revista Shonen Jump, con su publicación más exitosa para la fecha: Slam Dunk, de Takehiko Inoue.
El impacto fue tal que la revista alcanzó una popularidad nunca vista, doblando el número usual de tiradas a 6.530.000 ejemplares. En es- tos números se reunieron obras como los an- tes mencionados Slam Dunk y Dragon Ball, el genial Rurouni Kenshin, Capitán Tsubasa, Jo- jo’s Bizarre Adventure, Dragon Quest: Dai No Daiboken y muchos más. Podemos decir que fue un momento histórico en el que se juntaron grandes obras y prestigiosos autores, y que di- fícilmente se repetirá en el futuro.
Después de este fenómeno, junto con otros factores dentro de la sociedad japonesa, el impacto de la situación económica empezó a afectar a esta industria. Una vez que explotó la burbuja financiera e inmobiliaria que se había generado durante los años del «milagro japo- nés», el tiempo comprendido entre los años 1991-2001 pasó a llamarse «la década perdi- da».
Su origen se debió a una política llamada Window Guidance que consistió en imponer el pago de préstamos a los diversos bancos nacio- nales, lo que trajo como consecuencia un efec- to rebote que redujo el poder adquisitivo de los ciudadanos japoneses. Sumado a esto, eventos como el surgimiento de otros competidores en el negocio del entretenimiento, como las con- solas de videojuegos, afectaron a la industria del manga y del anime.
Todos estos cambios influyeron significati- vamente en los lectores, por lo que las tiradas editoriales se redujeron en más de dos millones, alcanzando así los 4.150.000. Esto sólo en el caso de la Shonen Jump. Otra razón por la que se dio esta bajada fue la pérdida de los lectores jóvenes, lo cual se tradujo en la desaparición de una gran parte del público que, durante los años previos, había beneficiado a este tipo de publicaciones. Por otro lado, también se había perdido a los lectores casuales.
De esta manera, el manga tuvo que dirigirse a los lectores aficionados o hardcore fans, que se convirtieron en el objetivo principal de las editoriales, dejando de lado a todo aquel públi- co que se acercaba buscando una simple forma de pasar el rato.
El hecho de que las historias se en- focaran tanto a un público ya fideliza- do, ocasionaba de forma paradójica, un alejamiento de posibles nuevos lecto- res, ya que ponerse al día con una obra que ya llevaba publicada más de la mi- tad de su historia era muy costoso en términos de tiempo y economía. Por eso el movimiento otaku, surgido en los ochenta, se fue consolidando cada vez más durante los noventa a pesar de la connotación negativa del término. Otaku hace referencia a personas muy apasionadas (tocando la obsesión) por el manga o el anime. Contrario a esto, en Occidente nos hemos apropiado del término, pero sin esta carga negati- va, siendo solo utilizado para referirse a personas a las que les gusta tanto el manga como el anime.
Esto llevó a que las revistas y edito- riales apostaran por viejas fórmulas que habían funcionado en el pasado para mantener las ventas, de forma que no había mucho espacio para historias ori- ginales. En pocas palabras, se buscaba dar con un nuevo Slam Dunk o Dragon Ball y mantener contentos a los lectores que mantenían a flote las publicaciones.
En este contexto un tanto hostil para las nuevas historias y nuevos autores surge Crayon Shin-chan, un manga cuyo protagonista es un niño travieso y con un sentido del humor subido de tono, totalmente transgresor de los valores de la sociedad japonesa de aquella época. Su autor, Yoshihito Usui, mejor conoci- do como Yoshito Usui, se graduó de la escuela secundaria de Saitama en 1977 para poco después trabajar en un super- mercado durante el día. En las noches, asistía a clases de diseño. En 1979 entró a trabajar en una empresa publicitaria y en 1985 ganó el premio a dibujantes debutantes de la revista Manga Action, que impulsó la publicación de su manga Darayuka Store Monogatari. Para 1990 publicó otro manga titulado Office Lady Gumi y la obra que nos concierne en el presente artículo.
La publicación de Crayon Shin-chan empezó en el año 1990 a cargo de la editorial Futabasha, bajo el sello de la revista Weekly Manga Action, conside- rada por muchos la primera del género Seinen, literalmente «juventud». Este tipo de publicación está dirigida a ado- lescentes y adultos jóvenes, ya que, si bien toca temáticas tan variadas como en el Shonen, también es cierto que en el Seinen es más común el uso de te- máticas más psicológicas e historias con un tono más adulto y sexual. Esta revista pasaría a llamarse Manga Action y publicaría Crayon Shin-chan hasta nuestros días, vendiendo un total de 148 millones de copias a nivel mundial y un total de 50 volúmenes en lo que se refie- re a la obra original.
El manga consta de una serie de his- torias cortas, generalmente de dos páginas, en las cuales se desarrolla un gag o una situación cómica. En algunos ca- sos estas historias tienen continuación o un hilo conductor que las relaciona, pero normalmente suelen ser indepen- dientes y autoconclusivas. Por eso las situaciones en Shin-chan funcionan tan bien como «chistes cortos», o lo que se conoce como comedia de situación.
Es justamente por sus episodios coti- dianos y por las respuestas sin tapujos de su protagonista que la obra se ganó una gran cantidad de seguidores y se convirtió en un éxito editorial. De ma- nera que, dos años después de su estre- no en Japón, se realizó la primera emi- sión del anime el 13 de abril de 1992. El estudio encargado de su producción fue Shin-Ei Animation y la cadena te- levisiva encargada en transmitirlo fue TV-Asahi.
Si bien en un principio, la serie estaba calificada para todos los públicos, con el tiempo, a los episodios de los años noventa y principios del siglo xxi se les ha otorgado una clasificación más alta debido a que contienen un humor mu- cho más adulto.
Por eso Shin-chan puede ser visto como «revolucionario» para su época, pues el comportamiento de Shinnosuke contrasta con las férreas conductas sociales que caracterizan a la sociedad japonesa. Además de esto, surgió en un contexto de inestabilidad económi- ca para la población en general, que, de alguna manera, podía verse reflejada tanto en su protagonista como en todo el entorno que presentaba la historia. Tanto es así que la serie lleva más de 90 especiales, y cerca de 30 películas, aunque con el paso de los años la ani- mación se ha ido suavizando con el fin de que un público más infantil pueda disfrutarla.
Gracias al impacto que tuvo en Japón, la apertura cultural y la globalización, Planeta DeAgostini publicó el manga en castellano, gallego y catalán. Su pri- mer intento de edición fue en los años noventa con un formato apaisado y sen- tido de lectura occidental. Era similar al de las historietas como Mafalda, que solían venir serializadas en diarios. Pero este intento fue un fracaso debido a una escasa campaña publicitaria, además de que hubo muy poca repercusión.
Después del antecedente que marcó Dragon Ball en España, y una vez que se emite la serie animada de Shin-chan que resultó en un boom televisivo, en el año 2002 el manga volvió a editarse. Esta vez con una nueva traducción de Marc Bernabé, quien, de forma simultánea, se encontraba traduciendo el anime. Esta edición presentó unos tomos enormes, de 60 páginas cada uno, de nuevo con un formato de lectura occidental, y en cada portada estaba el distintivo «éxito en TV» (de forma similar a Yu-gi-oh! y Doraemon en su momento). Su publi- cación era quincenal y muy económica, ya que solo costaba 3 euros. Consistió en 50 números en castellano, cuya por- tada era de color rojo, y 70 en catalán, con portada en color blanco; además de contar con otros materiales como entre- vistas al mangaka y al traductor.
El tercer intento fue en el año 2007, y estuvo a cargo de la editorial ECC que entonces trabajaba para Planeta DeA- gostini, en un momento en que la serie animada se hizo habitual en las cadenas de televisión. Esta vez la edición consis- tiría en ejemplares de tipo tankoubon, sin sobrecubiertas y un sentido de lectu- ra oriental; además de un precio econó- mico y, una vez más, con traducción de Marc Bernabé. Esta edición llegó a 13 volúmenes de los 50 que componían la obra original, y dos de las razones por las que no prosperó fue por una cam- paña de publicidad deficiente, a lo que se sumó una periodicidad irregular que contribuyó a la pérdida de interés por parte de los lectores.
Ya en el año 2017 la editorial ECC, ahora sí de manera independiente, pu- blicó un manga especial llamado Shin- chan, sus mejores gamberradas. Esta edición recopilaba los mejores mo- mentos del manga original buscando distanciarse de las fórmulas editoriales anteriores. Este nuevo intento quería recopilar una serie de las mejores histo- rietas en vez de la obra en su totalidad. De manera que cuenta con una presen- tación más cuidada y dedicada a los fans de la serie que, hoy en día, lleva publicados seis tomos.
Las historias seleccionadas siguen el orden cronológico de publicación, y cuentan con un material extra como textos graciosos de la intrahistoria, in- formación adicional y curiosidades. Por ejemplo, en el primer tomo, hay una entrevista al autor publicada por primera vez en 2007, con motivo del 40.o aniver- sario de la revista Manga Action.
Pero si bien es cierto que el manga tuvo algunos problemas para terminar de cuajar en España, el anime corrió con una suerte diferente, ya que des- pués de su primera edición en 1992, no dejó de cosechar éxitos.
En el año 2001 LUK Internacional li- cenció la serie para España como Shin- chan. Luego, K3-Televisió de Catalu- nya empezó su transmisión el día 23 de abril. TVC International el 10 de junio. En el País Vasco, la primera emisión se llevó a cabo por cortesía de ETB. Y en Galicia fue TVG el 22 de diciembre. El 26 de diciembre se estrenó en TV3, ca- dena autonómica catalana.
Ya para el año 2002 llega la versión en castellano, que se estrena en Castilla-La Mancha televisión el día 12 de abril, seguida por Telemadrid el 1 de julio, y posteriormente por Cartoon Network España.
2003 fue el año clave para esta serie, ya que se estrenó en España la película Shin-chan: en busca de las bolas perdidas, con 95 minutos de duración y una trama que no afecta en nada a la historia de la serie. Estrenada en 1997, comien- za con Shinnosuke encontrándose con un travesti dormido que llevaba junto a él una bola del tamaño de una canica, que Shin lleva a casa. A partir de ese momento se desarrolla una aventura en la cual se verá envuelta toda la familia Nohara, cuyo propósito será el de sal- var el mundo. Su estreno en los cines se debió al éxito que tuvo en Japón y a la popularidad que por ese entonces tenía la serie en España. Además, fue una de las pocas películas proyectadas en Cataluña que sólo contaba con audio en catalán.
Gracias a esta acogida, después de Japón, España es el país donde Shin-chan ha tenido más éxito, siendo tal el impacto y aceptación que en el año 2004 el mismo Yoshito Usui viajó a Barcelona. A raíz de su experiencia en la capital catalana hizo a la familia Nohara viajar a esta ciudad en el tomo 49 del man- ga, apareciendo en la portada Shin-chan disfrazado de torero, junto a su hermana Himawari, que va disfrazada de toro.
La historia es diferente a lo que solía dibujarse en el manga, ya que presenta a unos traficantes de objetos arqueológicos que intercambian por error su mochila (que contenía una valiosa es- tatuilla) por la de Shinnosuke. Este hecho actúa como desencade- nante de una trama en la que no faltan persecuciones y tiroteos. Además, aparece inmortalizado Marc Bernabé, quien se convirtió en un buen amigo de Usui.
Junto a esta aventura en el papel, la serie animada también in- cluyó a la capital catalana en su emisión televisiva, aunque estos episodios sí seguían el patrón del resto de la serie: los miembros de la familia Nohara ganan un viaje a España en un sorteo, espe- cíficamente en Barcelona, donde hacen nuevos amigos y visitan diversos lugares de interés como la Sagrada Familia y el Parc Güell, y disfrutan de una vista panorámica de la ciudad desde el castillo de Montjuic. Aquí coinciden con Usui, retratado como Usuto Yoshii, autor del manga Fubukimaru, que tanto le gusta a Shin.
También en el 2004, en Japón, con motivo del 50.o aniversario de la designación de Kasukabe como ciudad, se le otorgó el cer- tificado de residencia a Shinnosuke Nohara, por lo que a partir de ese momento Shin-chan, pasó a ser un ciudadano más de Kasukabe.
Entre el verano e invierno del año 2005, Shin-chan contó con audiencias aplastantes en España, llegando a alcanzar en Ante- na 3 unos índices de pantalla superiores al 20%. Fue justamente durante su mejor época cuando se produjeron quejas de los padres a causa del contenido de la serie, considerando este tipo de humor como adulto, especialmente en los primeros episodios. Esto ocasionó que varios capítulos fueran censurados, llegando incluso hasta el Congreso de los Diputados con una propuesta de cancelación. Debido a esta polémica, en algunas comunida- des autónomas se censuraron algunas escenas, aunque en Madrid, Castilla-La Mancha, Galicia y Cataluña no hubo censura de ningún tipo, siendo en esta última en donde tuvo más éxito. Más adelante llegaría al canal Neox, una cade- na secundaria de Antena 3, donde la audiencia caería por desgaste.

Tal como lo plantea Yuji Muto, di- rector de la serie animada desde el año 2004: «Shinnosuke es muy español». Esto lo dijo en una entrevista reali- zada por el diario El Mundo, durante el evento Héroes Manga, realizado en Madrid.
Para Muto, el hecho de que Shinnosuke actúe de esta forma tan peculiar lo hace auténtico, honesto, razón por la cual lo considera un ejemplo a seguir. Él considera que, partiendo de esa base, Shin-chan es muy español; ya que, en su opinión, es justamente esa sinceri- dad la que caracteriza culturalmente a España. Estas declaraciones resultan, cuanto menos, interesantes, pues existe una gran posibilidad de que el éxito de esta serie radique, justamente, en la ca- pacidad de reflejarnos como población en ese pequeño niño travieso, simpático e incorregible.
Más allá de eso, es necesario destacar que la serie animada también resulta de un esfuerzo colaborativo de varios ar- tistas de la animación, ya que Yoshito Usui no se vinculaba de forma especial con el proceso creativo y de produc- ción, simplemente la seguía sin interve- nir, dejando que el equipo se encargara, brindándoles completa libertad, y haciendo varios cameos en la serie.
Por desgracia, la historia original de Shin-chan se vería abruptamente finali- zada: el 11 de septiembre del año 2009, Usui fue a practicar senderismo al mon- te Arafune, en donde fue visto con vida por última vez. Después de varios días sin noticias de él, el 19 de septiembre fue encontrado sin vida en un acantila- do, al parecer había tropezado, y había muerto por la caída.
Esta noticia causó un gran impacto dentro de la comunidad de fanáticos de Shin-chan tanto en Japón como en Es- paña, ya que la prematura muerte del autor trajo como consecuencia que la publicación del manga se detuviera y, de alguna manera, quedara inconclusa. Para el momento de su muerte, Usui había entregado a la editorial Futabasha los últimos dos capítulos que para ese entonces eran inéditos.
Un año después de estos sucesos, el equipo de asistentes del mangaka de- cidió retomar la obra como homenaje, y la titularon como New Crayon Shin- chan, presentándola en el mes de agosto con el visto bueno de la familia de Usui.
De vuelta en España, en el Salón del Manga de Barcelona celebrado del 29 de octubre al 1 de noviembre del 2009, se le rindió homenaje con una exposi- ción sobre Shin-chan, organizada por Planeta DeAgostini, LUK International y la misma organización Salón del Manga, la cual contó con diverso ma- terial gráfico y productos relacionados con la obra.
En 2018 el grupo Atresmedia no renovó los derechos de la serie después de 13 años de emisiones, y en el 2019, FOX España adquirió los derechos de emisión hasta el día de hoy, en donde se transmiten nuevos episodios que son mucho más suaves que los originales. De esta forma, Crayon Shin-chan se ha mantenido en la vida de aquellos niños y adolescentes que, en su momento, pudieron disfrutar del surgimiento de esta serie. Los diferentes personajes e historias, aunque se han adaptado para un público nuevo y mucho más joven estos últimos años, siguen manteniendo ese espíritu gamberro y algo transgresor que forma parte de su esencia.
En pocas palabras, Shinnosuke es un pequeño que ha sabido ganarse el cora- zón de los japoneses y de los españoles, lograr crear un vínculo aún mayor con la cultura nipona y ver la propia cultura reflejada en un producto extranjero.
Es quizás el poder vernos a través de los ojos de otros lo que nos permite co- nectar mejor y disfrutar sin tapujos de una obra tan revolucionaria como lo fue Shin-chan en España. Más allá de to- das las polémicas y subjetividades que puedan surgir en cada lector/espectador, no podemos negar que Shin, de alguna manera, se ha vuelto muy español. Se ha ganado un lugar importante e inamo- vible dentro de la cultura pop española, así como también ha sido un gran colaborador e impulsor de la cultura man- ga fuera de Japón, y dentro de nuestras fronteras.
El legado del trabajo de Yoshito Usui perdurará por mucho tiempo, brindándonos una visión de Japón con la cual podemos empatizar desde un punto de vista occidental, y que también nos per- mite comprender un poco mejor a esta sociedad desde el humor y lo absurdo. ¿Quién diría que el dibujo de un peque- ño niño de cinco años nos enseñaría tan- to? Probablemente, el mayor mérito que tiene Shin-chan sea el de recordarnos que, a través del humor y del entretenimiento, podemos encontrar puntos en común con aquellos que pensamos que son diferentes a nosotros.